El Progreso se encuentra en este barrio desde la década del 30´. El tiempo en este cine, casi como resignado, se sentó en las butacas a ver pasar la historia del séptimo arte.
Con el cine mudo la sala se sumergió en un silencio litúrgico aromado con el sonido de un dulce piano entre acto y acto. Luego un "Tango" derrochó sonoridad en una obra que vislumbraba un futuro de grandes cambios.
El tiempo seguía ahí sentado pero poco a poco empezaba a despabilarse. A fines de la década del 60 el cine color logró representar en una pálida pantalla los colores del mundo, se transformaba en un evento popular que no discriminaba ni edades ni culturas. A finales de la década del 70´ el arte representaba más de lo que algunos verdugos de la vida y el arte estaban dispuestos a ver y escuchar.
Así el tiempo tuvo que sentarse en una butaca incómoda a dormir y ser prisionero de las pesadillas de una época oscura como una sala sin proyectar.
Pero siempre hay un proyectorista que no resigna su naturaleza. La lámpara se encendió y las películas de la Coca Sarli despertaron al tiempo que manchado de oscuridad supo acomodarse después de tanto castigo.
De la Coca Sarli, se pasó a la coca cola y los pochoclos. El tiempo nunca supo hablar inglés, aunque hizo un esfuerzo en Casablanca. Tuvo que aprender: cinemark, ok, village, delibery, hoyts cinema, mc donalds, marketing, etc.
Los cines de barrio fueron desplazados por las grandes cadenas de cine, un todo x 2$, o por algún pastor mediático. Y a Lugano, aunque parezca apartado de todo, el tiempo siempre volvía, a veces el cine estaba cerrado, otras veces abría, hasta que al final supo encontrar su lugar.
Ahora "El Progreso", resistiendo, ofrece cine de todo el mundo y para todo el mundo. De forma totalmente gratuita el tiempo entra y siempre se sienta en la misma butaca. Esa que lo encontró llorando después de "cinema paradiso" o durmiendo cuando la sala estaba a oscuras.
Con el cine mudo la sala se sumergió en un silencio litúrgico aromado con el sonido de un dulce piano entre acto y acto. Luego un "Tango" derrochó sonoridad en una obra que vislumbraba un futuro de grandes cambios.
El tiempo seguía ahí sentado pero poco a poco empezaba a despabilarse. A fines de la década del 60 el cine color logró representar en una pálida pantalla los colores del mundo, se transformaba en un evento popular que no discriminaba ni edades ni culturas. A finales de la década del 70´ el arte representaba más de lo que algunos verdugos de la vida y el arte estaban dispuestos a ver y escuchar.
Así el tiempo tuvo que sentarse en una butaca incómoda a dormir y ser prisionero de las pesadillas de una época oscura como una sala sin proyectar.
Pero siempre hay un proyectorista que no resigna su naturaleza. La lámpara se encendió y las películas de la Coca Sarli despertaron al tiempo que manchado de oscuridad supo acomodarse después de tanto castigo.
De la Coca Sarli, se pasó a la coca cola y los pochoclos. El tiempo nunca supo hablar inglés, aunque hizo un esfuerzo en Casablanca. Tuvo que aprender: cinemark, ok, village, delibery, hoyts cinema, mc donalds, marketing, etc.
Los cines de barrio fueron desplazados por las grandes cadenas de cine, un todo x 2$, o por algún pastor mediático. Y a Lugano, aunque parezca apartado de todo, el tiempo siempre volvía, a veces el cine estaba cerrado, otras veces abría, hasta que al final supo encontrar su lugar.
Ahora "El Progreso", resistiendo, ofrece cine de todo el mundo y para todo el mundo. De forma totalmente gratuita el tiempo entra y siempre se sienta en la misma butaca. Esa que lo encontró llorando después de "cinema paradiso" o durmiendo cuando la sala estaba a oscuras.
Anabella Sansotta, Diseño Fotográfico Mayra Tedesqui
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